Arlequino en harapos

Para un proyecto para tomar horas de clown me solicitaron que describa mi experiencia en el mundo de los payasos, y enseguida entraste volando por la ventana, y me estuviste rondando estos días, y es así, podemos darle un soplido a la mente pero los que se metieron en el corazón, esos se quedan para siempre.
Soy payasa, me peleo con los currículos vitales, no me sale el autobombo. Fracaso porque no me sé vender . Vender es para los ganadores.
Me senté, intenté, pero no pude. Sólo pude escribir esto.
Querido Cristopher. Dos puntos.
Te escribo porque no puedo verte, porque ya no te encontré. Tantas veces pregunté por vos, y el tiempo se fue gastando, y la gente se fue yendo, y yo seguía repitiendo tu nombre que se empolvaba de tiempo pasado y ya nadie te recordaba y te volviste acaso leyenda, acaso fantasía, acaso canción.
Era tan así tu genialidad, tu talento? O se me va ensanchando con los años?
Te escribo a vos , mi querido Cristopher, mi más querido y admirado payaso, la sonrisa más linda que he conocido, mi Arlequino en harapos.
Las cosas se dieron tan fugazmente e imprevistas (como suelen suceder estas cosas), que no alcancé a decirte tanto. Sólo llegué a decirle a una hermana tuya, a la que corrí en el acto de fin de año, con 38 grados en la sombra. Llegué agitada, y ella estaba con su beba en brazos..
“Nada...quería decirte que él es muy muy bueno actuando, haciendo reír. Que sería lindo que el haga eso, que se dedique a eso..
Ah..sí gracias, igual creo que él se va a ir a vivir conmigo a Merlo porque mi abuela ya está muy mal, en silla de ruedas, no puede cuidarlo…”
Y te miré, y bajaste la vista. Te dio verguenza tu vida. Hubieras preferido que me quede con el otro. El de la escena. Al que aplaudían, el que nos hacia reir. Y sí , es cierto, al que yo prefería.
Entonces preferí no insistir, y mientras te alejabas por la calle de tierra, hirviendo de tanto espanto, yo recordaba todas las veces que nos hiciste reír tanto. El día que improvisabas un señor que era jefe y a la vez era empleado y tenía un millón de problemas. Te desdoblabas y hacías ambos. Y el carpintero que todas las veces se golpeaba, lloraba y volvía a golpearse. El peluquero de los grititos y los ademanes. Sin empujar nada, sin especular. La tontería en su estado más puro de delirio.
Quería decirte que yo nunca había visto un payaso, así, tan genial, tan desopilante, tan natural. Tanto, que sus propios compañeros pedían a gritos :por favor, que pase Cristopher, que nos haga reír
Que lo que descubrimos fue a ese Arlequino agazapado, luego de años de calentar motores, cuando se vio en escena le volvió el cuerpo al alma. Que yo en realidad no hice nada, sólo corrí el velo. Él siempre estuvo ahí.
Quiero que sepas que ese brillo que emanabas, en tus ojos , en los nuestros, en el espacio, no podés permitir que se apague. Nunca
Necesito encontrarte porque tengo que decírtelo , es mi deber. Los adultos somos raros, somos complicados, somos cobardes. Pero de vez en cuando nos despabilamos, y entonces sin dar tantas vueltas, ni esperar tantos reconocimientos, sabemos lo que tenemos que hacer.

Y yo sé que tengo que encontarte. Mes escuchás Cristopher? ¿Dónde es qué andás?

Esta vez quiero encontrarte porque ya descubrí, con el tiempo en la espalda y el diario del lunes, que vos fuiste la razón de que yo esté ahí,en ese lugar, en ese momento. Que los que anduvimos errantes sabemos que la fe es casi inevitable, que la magia existe y que nada es casual. Porque yo tampoco tenía a mi mamá, pero que sí la tuve bastante por suerte. Y ella es quien me enseñó que el dolor le habla al dolor. Que no podemos elegirnos entre nosotros, sino que es el dolor el que está timoneando las aguas bravías buscando un otro, un espejo, donde poder salir a respirar un rato.
Que la tragedia no es una estatua griega que nos susurra desde las bibliotecas, la tragedia es carne, es sangre, es huella. Y se anda paseando en los cuerpos de los dolientes, incluso en los más pequeños, de en un modo tan injusto, tan descarnado y hondo, que cuando la descubrimos, como Edipo queremos arrancarnos los ojos con nuestras propias manos.
Necesito decirte que la tragedia, esta que nos unió, la que nos eligió, no es la enemiga de los payasos, sino que es su maestra.
Que eso que haces no es ninguna pavada, es importantísimo, me escuchas Christopher?
Dónde estás?
Necesito que me escuches y que me entiendas, lo que tenés es un don preciado, es una fábrica de risas, es una plataforma para despegar cuando sea, donde sea.
Por favor, escúchame, léemelo que sea. Lo que haces, es importantísimo. Es necesario.
Porque podemos vivir sin comer unos días. Sin auto, sin cama, sin vacaciones, sin playa. Podemos vivir con la bici rota y el gato sucio. Hasta podemos incluso, acostumbrarnos a vivir con el agujero de una ausencia, que (vos lo sabés como yo), no se llena con nada.
Pero no podemos vivir sin la risa. La risa es el pan que alimenta al alma hambrienta. Cada día.
Por eso necesito encontrarte. Por eso escribo hoy esto. Por eso mis lágrimas brotan sin cesar cada vez que te recuerdo, riendo, sonriendo, imaginándote llegando a casa con la bici rota, la abuela en la silla de ruedas, papá que no llega hasta la noche, y el silencio.
Un montón,un montón de silencio para llenar.
Yo lloro mucho porque también soy payasa, no tan genial como vos, claro.
Y soy muy ingenua, sabés? Y torpe, y tonta. No me resigno a encontrarte destruido,o no encontrarte más.
Cada vez que voy a un camarín, a un teatro, a un festival, me imagino que voy a encontrarte, y voy a poder decirte todo esto. Que vas a reírte, con esa luna de piano, la sonrisa más linda que conocí.
Y voy a poder abrazarte,y me vas a decir: sí tranquila, no te olvidé .
Y yo voy a poder decirte todo esto, y además, mi querido Arlequino en harapos, te acordás en las clases de teatro, los miércoles, en la escuela? Te acordás que yo entraba a enseñarte a actuar? Bueno, en realidad, la que estaba aprendiendo era yo.

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