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Mirá Isabel

Claro, para vos es fácil decirlo. Porque no estás en mi lugar. Desde afuera somos todas heroínas, todas progres, todas sororas. Pero ¿y a la que le pasa? ¿La que tiene que poner su cara, su nombre, su vida? ¿Quién quiere ser la de la cara fruncida? Quién quiere enamorarse de la traumada? Quién quiere salir a tomar algo con la doliente, quién quiere vacacionar con la desmembrada? Quién quiere ir por la calle viendo como susurran “mirá, ahí está, pobre”? ¿Vos qué sabés Isabel, eh? Qué sabés? No me hables de esas cosas. Mirá Isabel, vos habrás leído muchos libros, habrás ido a muchas marchas, pero vos, no sabés nada. ¿Sabías que los lobos parecen perros mansos cuando salen a la calle, pero en su cueva, haya luna llena, o sol, o esté nublado se transforman en bestias? Para vos es fácil Isabel, hablar siempre es tan fácil. Vos no sabés lo que es la vergüenza, no sabés lo que es huir desesperadamente siempre, escapar. Del amor, de lo estable, del placer, por las dudas, por lo cierto.