Desde la esquina
DESDE LA ESQUINA
Pensar que me pedías, por favor, que te lleve de la mano y desde abajo me mirabas con esa sonrisa de picardía y complicidad.
Mi picarona te decía yo.
Papi llévame en la Toto. Como no te salía moto, le decías así.
La Toto. Si nos habrá llevado a las plazas las tardes de sol, al dique, a las “montañas” (para vos que eras tan chiquita eran montañas) de la autopista. Con frío, con sol. Te gustaba ir en el medio y que te hagamos “sambuchito”.
Desde que empezó el año empezaste con eso de que querés ir sola. Que estás grande ya, que te da vergüenza esa moto toda destartalada, que esto, que aquello. Tu madre estaba por ceder, pero yo no. Ni loco. Prefiero, como siempre ser el ogro, y acompañarte. Y verte que hayas entrado bien. Desde la esquina.
Ya sé que eso te enojó y estuviste dos semanas sin hablarme. Distante. Yo me hago el fuerte, que no me importa, pero cuando nadie me ve, me voy al fondo, y le doy a la leña con el hacha. Y puteo y me pregunto cómo se hace. Y maldigo esta puta edad. Y pienso y le doy vueltas. Y hasta a veces lloro.
Sé que fueron exactamente dos semanas, por lo del cumpleaños. Yo estaba como tarambana por soplar directamente y me sorprendió tu voz justo detrás mío.
“Los deseos”. Y yo no reaccionaba, porque me habías hablado. “Que pidas los tres deseos papi”. No lo podía creer, escuché de nuevo ese dulce “Papi” como hacía creo dos o tres años no me decías. Que pidas los tres deseos papi.
Ah sí! Dije. Se me puso la mente en blanco, me lo saqué de encima y soplé enseguida. Como cuando en el tutti frutti decías O y un segundo después “Z”.
Te digo la verdad, no deseé nada, hija. Si te enterás te vas a enojar, porque vos y tu madre dicen que es de mala suerte. Es que hace tanto que no deseo, que no fantaseo. Hace tantos años que me puse el cassette de todo lo que tengo que hacer, de ser el hombre de la casa, de la plata, las responsabilidades. Vas a pensar qué pavo. Pero es como jugar a la pelota.
El deseo se atrofia si no lo ejercitás.
Pero bueno que te voy a salir con toda esta cantinela ahora a vos…
Algún día por ahí me entendés. Pero pensándolo mejor...ojalá que no.
Yo pienso que tengo que estar fuerte, que tengo que ser la base donde vos te parás. Si yo dudo, si yo flaqueo, qué te queda a vos? Siempre pensé así, y ahora estoy grande y me cuesta cambiar. Parece que sé todo, que estoy seguro, pero no.
Ya no soy el Super Hombre que te desataba los nudos de la soga de saltar y te pegaba las muñecas rotas. El genio que resolvía las cuentas mentalmente. El Guardìán que no le tenía miedo a nada y te protegía de cualquier pesadilla que osara molestarte. Ya no soy ese. Ya no sos esa. Somos otros, aunque seamos los mismos.
Tu madre me recrimina, qué pareces de acero, que no te afecta en nada. Pero en el fondo sabe. Me conoce.
¿Cómo no me va a afectar? ¿Cómo no voy a tener miedo? Miedo de la noche, miedo de las drogas. Que no te quieran, que te lastimen, que te pase algo en la calle y yo no esté ahí para protegerte. Que te dejen embarazada. La otra vez me salió con lo de que te hable de ese tema. De cómo cuidarse. Ta loca. Yo no puedo. Se me cae la cara. Mejor que te hablen de esas cosas en la escuela.
Pero a lo que más miedo le tengo, es a que te alejes tanto, que ya no me quieras más.
Pero si es lo que necesitas, el ogro con quien pelear, el que te marque la cancha, lo voy a hacer. Lo que sea que haya que hacer, voy a hacerlo. Es así. Lo asumí desde el primer día que te tuve en brazos.
Algún día quizá podamos volver a hablar sin hablarnos, como en la época de la Toto.
Tan tarde vengo a descubrir qué es lo más importante. Que la palabra más hermosa que pueda decir mi boca es… Familia.
Pero bueno. ¿Sabés qué? Por ahí esto te ponga contenta. Para el próximo cumpleaños, ya tengo mis tres deseos:
Mi primer deseo es que ascienda Platense.
Mi segundo deseo es que me vuelva a crecer el pelo en toda la cabeza.
Y mi tercer Deseo es....
Quedarme con todo lo malo, y que te quede todo lo bueno.
Poder absorber todo el miedo, toda la frustración, todo el daño, y que a vos te queden los sueños, el disfrute y la libertad.
Sí. Ese es mi deseo.
Ver cómo te realizás, plena.
Mientras yo te espío, y me sonrío, mirándote,
Desde la esquina.
Pensar que me pedías, por favor, que te lleve de la mano y desde abajo me mirabas con esa sonrisa de picardía y complicidad.
Mi picarona te decía yo.
Papi llévame en la Toto. Como no te salía moto, le decías así.
La Toto. Si nos habrá llevado a las plazas las tardes de sol, al dique, a las “montañas” (para vos que eras tan chiquita eran montañas) de la autopista. Con frío, con sol. Te gustaba ir en el medio y que te hagamos “sambuchito”.
Desde que empezó el año empezaste con eso de que querés ir sola. Que estás grande ya, que te da vergüenza esa moto toda destartalada, que esto, que aquello. Tu madre estaba por ceder, pero yo no. Ni loco. Prefiero, como siempre ser el ogro, y acompañarte. Y verte que hayas entrado bien. Desde la esquina.
Ya sé que eso te enojó y estuviste dos semanas sin hablarme. Distante. Yo me hago el fuerte, que no me importa, pero cuando nadie me ve, me voy al fondo, y le doy a la leña con el hacha. Y puteo y me pregunto cómo se hace. Y maldigo esta puta edad. Y pienso y le doy vueltas. Y hasta a veces lloro.
Sé que fueron exactamente dos semanas, por lo del cumpleaños. Yo estaba como tarambana por soplar directamente y me sorprendió tu voz justo detrás mío.
“Los deseos”. Y yo no reaccionaba, porque me habías hablado. “Que pidas los tres deseos papi”. No lo podía creer, escuché de nuevo ese dulce “Papi” como hacía creo dos o tres años no me decías. Que pidas los tres deseos papi.
Ah sí! Dije. Se me puso la mente en blanco, me lo saqué de encima y soplé enseguida. Como cuando en el tutti frutti decías O y un segundo después “Z”.
Te digo la verdad, no deseé nada, hija. Si te enterás te vas a enojar, porque vos y tu madre dicen que es de mala suerte. Es que hace tanto que no deseo, que no fantaseo. Hace tantos años que me puse el cassette de todo lo que tengo que hacer, de ser el hombre de la casa, de la plata, las responsabilidades. Vas a pensar qué pavo. Pero es como jugar a la pelota.
El deseo se atrofia si no lo ejercitás.
Pero bueno que te voy a salir con toda esta cantinela ahora a vos…
Algún día por ahí me entendés. Pero pensándolo mejor...ojalá que no.
Yo pienso que tengo que estar fuerte, que tengo que ser la base donde vos te parás. Si yo dudo, si yo flaqueo, qué te queda a vos? Siempre pensé así, y ahora estoy grande y me cuesta cambiar. Parece que sé todo, que estoy seguro, pero no.
Ya no soy el Super Hombre que te desataba los nudos de la soga de saltar y te pegaba las muñecas rotas. El genio que resolvía las cuentas mentalmente. El Guardìán que no le tenía miedo a nada y te protegía de cualquier pesadilla que osara molestarte. Ya no soy ese. Ya no sos esa. Somos otros, aunque seamos los mismos.
Tu madre me recrimina, qué pareces de acero, que no te afecta en nada. Pero en el fondo sabe. Me conoce.
¿Cómo no me va a afectar? ¿Cómo no voy a tener miedo? Miedo de la noche, miedo de las drogas. Que no te quieran, que te lastimen, que te pase algo en la calle y yo no esté ahí para protegerte. Que te dejen embarazada. La otra vez me salió con lo de que te hable de ese tema. De cómo cuidarse. Ta loca. Yo no puedo. Se me cae la cara. Mejor que te hablen de esas cosas en la escuela.
Pero a lo que más miedo le tengo, es a que te alejes tanto, que ya no me quieras más.
Pero si es lo que necesitas, el ogro con quien pelear, el que te marque la cancha, lo voy a hacer. Lo que sea que haya que hacer, voy a hacerlo. Es así. Lo asumí desde el primer día que te tuve en brazos.
Algún día quizá podamos volver a hablar sin hablarnos, como en la época de la Toto.
Tan tarde vengo a descubrir qué es lo más importante. Que la palabra más hermosa que pueda decir mi boca es… Familia.
Pero bueno. ¿Sabés qué? Por ahí esto te ponga contenta. Para el próximo cumpleaños, ya tengo mis tres deseos:
Mi primer deseo es que ascienda Platense.
Mi segundo deseo es que me vuelva a crecer el pelo en toda la cabeza.
Y mi tercer Deseo es....
Quedarme con todo lo malo, y que te quede todo lo bueno.
Poder absorber todo el miedo, toda la frustración, todo el daño, y que a vos te queden los sueños, el disfrute y la libertad.
Sí. Ese es mi deseo.
Ver cómo te realizás, plena.
Mientras yo te espío, y me sonrío, mirándote,
Desde la esquina.
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