Aguacero
En la mesa hay una vela. Y en la vela, hay una lágrima de fuego, que es mirada por la mami y por su hijito.
El hijito acaba de vaciar en el baño, el balde de lata.
En el balde de lata, hay una gota, que cae panzona y primeriza, al mar de las goteras.
En las goteras hay un tic tac que resuena sin parar en el aire de la cocina.
En el aire hay una melodía, que inventan los dedos del hijito, golpeando la mesa.
En el techo de chapa hay un concierto de gotas y de viento. En el viento hay un silbido que asusta al perro, y esconde a los pájaros.
En la mesa hay un pan, un sólo pan amasado sin levadura por la mami.
En el pan, hay una grieta, una montaña, y una cueva, donde el hijito quisiera jugar con sus muñecos de palitos y plastilina.
-Mami, quiero buscar mis muñequitos, me tienen preocupados. Me deben estar buscando, ahí solitos.
-No se puede, hijito, quedaron en la pieza, dice la mami, señalando con el dedo la puerta de la pieza.
En el dedo de la mami hay muchas ampollas, de tanto estrujar los trapos mojados del burlete de la puerta de la pieza.
-En la pieza hay una laguna-, dijo la mami, vas a ver que mañana nos asomamos por la ventana cuando pare, y vamos a pescar los muñequitos, una trucha, una estrella y también un trébol de cuatro hojas, esos que nacen una vez cada mil años y te cambian la suerte. Tenemos suerte, no todos tienen en su mismita casa, una laguna, o no?
En los oídos del hijito todos estos días estuvieron las mismas palabras –Hoy otro día más que nos quedamos acá dentro, hijito, no vas a ir a la escuela, no dejá, comé vos, yo no tengo hambre-.
En la mesa hay un mantel, que tapa a la mami y a su hijito que se van acurrucando.
En el sueño del hijito hay lagunas de dulce de leche y dragones que escupen pétalos por la boca. También un gol que nos hace campeones del mundo y el mundo entero levantándolo en sus brazos.
En la boca de la mami hay una plegaria, que seque de una vez diosito, que ya van tres semanas, que tengo que salir a trabajar y la calle es un pantano.
Que para nosotros soñar es gratis, y por eso soñamos tan grande y tan lindo, pero diosito ya van pasando los días y por más que soñamos con el pan, y lo comemos, y lo saboreamos, acá en la mesa, cuando nos despertamos, los panes no se multiplican diosito. Acá dentro, diosito, es el aguacero, lo único que no se está terminando.
Nina FerraRI
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